lunes, 16 de febrero de 2009

Como en casa

Cómo hacer cola en España y no desesperarse en el intento.

_ ¿Quién es el último? - pregunté al entrar a la panadería y ver a cinco personas en fila esperando su turno.

_ ¡Yo! - me respondió rápidamente una mujer mientras me apresuro a ponerme detrás de ella y esperar.

Así se suelen hacer las colas en Barcelona, por lo menos, desde mi experiencia. Si uno no se da cuenta quién será el último en ser atendido se pregunta y alguien que está con anterioridad, pondrá al día al recién llegado de cómo van los turnos. El orden y la organización abundan. Sin embargo, las cosas cambian cuando se tratan de hacer trámites para obtener la tan luchada "nacionalidad española" y esta diferencia no se basa, exclusivamente, en la ciudadanía de las personas.

Para ir al Registro Civil local (que es donde se tramitan las nacionalidades en España), hay que despertarse a las cinco de la mañana si se vive cerca y empezar una cola donde ya hay unas veinte personas (algunos dicen que esperan turno desde la noche anterior). La razón: se reparten sólo veinticinco tickets color verde para cualquier trámite o pregunta con temas relacionados a extranjería. Es cierto que existe mucha información por internet, en la página del Ministerio de Justicia, sin embargo, hay cada caso que ni el propio ministro sabría explicarnos.

En mi caso, tuve la suerte de tener un esposo que me quiere mucho y se ofreció voluntariamente a hacer dicha cola por segunda vez (ya que hace un mes lo intentó y no alcanzó ticket). Así, me llamaría a las nueve de la mañana, hora de atención al público, para que mi bebé y yo fuéramos a darle el alcance en el Registro.

Creo que se acordó de mis comentarios acerca de la cola a las seis de la mañana cuando estaba embarazada. Yo había hecho mi cola pero a las nueve de la mañana parecíamos muertos vivientes buscando sesos en vez de tickets y todos (recién llegados y trasnochados, nacionales y extranjeros) comenzaron a aglomerarse en la puerta mientras los guardias de seguridad se ponían en alerta ante semejante caos. No había orden ni nada y mucho menos espacio para mi barriga de ocho meses así que saqué mi voz especialmente agudizada y modificada para problemas en las combis y con ello logré que medio centro me hiciera caso y logré, por lo menos, el ticket dieciocho.

Así, tras el primer intento fallido de mi marido hace semanas, y volviendo a levantarse a las cinco de la mañana, me llamó a las nueve según lo acordado. Con una voz que parecía de corresponsal en la Franja de Gaza, me comentaba los codazos y empujones que debía dar para lograr el tan ansiado turno. Así me demostró que no solo Lima es "territorio Comanche" sino que más bien, es un tipo de espacio mental. No importaba si eres nacional o extranjero, si venias a preguntar sobre certificados de nacimientos o a tramitar tu nacionalidad, todos entraban por la misma puerta. Hay quien tuvo la mala suerte de activar las alarmas de seguridad en la entrada con alguna hebilla de cinturón. Hay muchos que llegaron después del ticket veintiséis porque no corrieron lo suficiente. Hay quienes volverán el próximo lunes a las nueve de la mañana pero seguramente con toda la certeza de justicia pues ya hicieron su cola desde las cinco de la mañana o antes.

Finalmente, nos atendieron a nosotros tres (auque solo yo necesitaba la nacionalidad pero a pesar de eso hay que llevar a toda la familia) a la una de la tarde. me llamó especialmente la atención una mujer que según me contaba mi esposo, había hecho cola con su bebé desde las cinco de la mañana. Había salido con la niña de 5 meses dormida y así hasta que se despertó y la atendieron a las once. Curiosamente, no venía a entregar nada, solo a pedir información sobre los trámites.

Regresé a las dos y media a casa y mi compañero sólo iría al trabajo un par de horas (con el respectivo descuento). Pese a ello, me quedé con las palabras del funcionario quien me decía que dentro de un año, me enviarían una carta para que me presente nuevamente, con todos los mismos trámites, ante la policía, para corroborar que mi situación no haya cambiado (de estado civil y demás). Lo bueno de todo esto, si lo hay, es un letrerito que, para alivio de los futuros ciudadanos del mundo, ponía:

- "A partir del dos de Marzo, cualquier trámite o información para nacionalidades será previa cita por teléfono."

“Como en casa. Cómo hacer cola en España y no desesperarse en el intento” es un extracto de la colección “Crónicas desde Barcelona”. de Mónica (2009)

Crónicas desde Barcelona.

A partir de hoy Mónica, periodista peruana se suma al equipo de abordaje profundo ofreciéndonos un abanico de realidades bajo un peculiar punto de vista que gira en torno a la variopinta diversidad catalana y española en general.


¡Bienvenida Mónica!


domingo, 8 de febrero de 2009

Mi dulce amor de febrero

Tres de la tarde. Luego de entrar al Parque de la Amistad de Surco el camino se hacía interminable, tenía que cruzar el lago de los patos y peces de colores con aproximadamente más de mil personas alrededor para poder encontrarme por fin con él cara a cara o diré mejor ¡boca a boca! La bulla era tremenda, aunque pensándolo bien ese show infantil se escuchaba divertido, tal vez sólo me distraía de mi objetivo. Pero antes de cruzar, me venció la ansiedad y sucumbí ante esos irresistibles picarones, mientras aguardaba un poco a que todo se disipara, si acaso eso llegara a ocurrir, para poder divisarlo mejor. No pude más y decidida a encontrarlo pregunté por el lugar donde lo encontraría a uno de tantos que pasaban por allí. Era 7, el segundo día de celebración de la semana del Pisco y allí lo debía encontrar. Debía ser un día perfecto.


Señor, ¿Dónde está la degustación de Pisco?, no veo a nadie, es que ya se fueron todos? - Tiene que cruzar señorita, allí están- me respondió un poco extrañado. Solo veía a lo lejos gente que iba y venía, pero vaya!, sólo tenía que cruzar como había pensado, pero tenía que asegurarme. Aquella preocupación por encontrarlo me había dejado ligeramente desesperanzada antes de intentar siquiera buscarlo. Sin embargo estaba decidida a todo y rodeé el lago hasta llegar a él. Y llegó el momento, lo vi, el resto no importaba para nada, sólo me acerqué y sentí su aroma. Lo probé e instantes después había desaparecido. Fue el primero y el último. Pobre cabeza. Tarde me di cuenta que nunca aprendí a tomar, tal vez nunca iba a terminar la degustación de Pisco Souer hasta quedar ebria o en bancarrota, tal vez sólo quise olvidarlo por este dulce encuentro. Sólo duró un instante, no sé si sería el Pisco Souer de sabor perfecto, pero créanme que realmente valió la pena.